OWNEY, EL PERRO VIAJERO
Una fría mañana de 1888, en la oficina postal de Albany (New york) unos trabajadores que se encontraban catalogando las bolsas del correo, encontraron un paquete muy peculiar. Buscando refugio, un cachorro callejero se coló en la oficina aprovechando que alguien, en un descuido, se había dejado la puerta abierta, y tras inspeccionar el lugar, no tardó en quedarse dormido entre las sacas de correo. Se trataba de un cachorro cruce de terrier que encandiló enseguida a todos los trabajadores del servicio postal, quienes lo adoptaron de inmediato como mascota. Unos días después el supervisor de la oficina descubrió al animal, los empleados le dijeron que era propiedad de uno de ellos llamado Owney. El encanto cautivador del perrito, unido a las súplicas de los empleados, hizo que el supervisor hiciera la vista gorda y permitiera que se quedara, aunque ello fuera en contra de las normas. Como “oficialmente” era el perro de Owney, empezaron a llamarlo Owney. A medida que Owney crecía,