SE ACERCA LA NAVIDAD. PIENSA CON EL CORAZÓN ANTES DE REGALAR UNA VIDA

Se acerca la Navidad, y muchos ya hemos empezado a comprar la comida, los turrones y los regalos para los más pequeños y no tan pequeños.

Uno de los regalos más deseados e inolvidables es un perro.  Desde este blog, animo a que lo penséis mucho antes de tomar la decisión de regalar una vida como “souvenir” navideño. Un ser vivo, sea perro, gato, un pájaro, un conejo o un pez, es una gran responsabilidad y aportar un nuevo miembro en nuestra familia debería ser una decisión tomada desde la responsabilidad y el compromiso.



Por triste que parezca, España encabeza la lista de países con más número de abandonos de animales domésticos al año. Los que tienen suerte, llegan a los refugios y/o protectoras, los que no lo consiguen, mueren en nuestras carreteras, en nuestras calles por el frío o deshidratados de calor. Además de vivir en el país con mayor número de abandonos, nuestro índice de adopción está entre el 7% y el 9%. Uno de los más bajos de la Unión Europea. Entonces, ¿en qué nos convierte eso?...

La ilusión infantil de tener un amigo peludo no puede motivar la llegada de ese nuevo miembro de la familia. Un perro, sea de la raza o tamaño que sea, requiere educación, cariño tiempo, juego… no es un juguete, sino un ser vivo que siente y padece. Partiendo de esa base, debemos ser responsables con las decisiones que tomamos.

Los niños deseosos de tener un perro prometerán hacerse cargo de los paseos, de sus necesidades, de educarlos…. Pero seamos “adultos” por favor. Son pequeños ilusionados con la magia de tener una “mascota”,  con la idea idealizada que ven en las películas y en los dibujos animados donde el mapache, el pokemón, el mono e incluso el perro van siempre con sus amigos humanos corriendo a su lado, compartiendo juegos, etc. Pero, nuestros hijos desconocen la parte real de la relación: sacarlo a pasear antes de quedar con los amigos, educarlo, peinarlo, recoger las cacas, llenar su bebedero, su comedero, darle atención…

Debemos ser conscientes de que ese animal pasará a ser una responsabilidad más de los adultos y que sin tiempo para otorgarle el  bienestar necesario, será un “problema” familiar que llevará a grandes disputas, impotencia y malestar.  El cuidado del perro es un compromiso de toda la familia. Si no lo hay, es mejor abstenerse a tener uno.


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